Familias y líderes comunitarios, la clave del voluntariado para forjar democracia

En los 15 años en que TECHO ha trabajado y se ha expandido por 20 países, hay dos componentes fundamentales: las familias de los asentamientos y los voluntarios. Ellos, en conjunto, han sido el motor de la implementación de los procesos de desarrollo comunitario en 52 oficinas, sus protagonistas y quienes han marcado las transformaciones en este periodo, con más de 500 mil voluntarios y más de 90 mil viviendas de emergencia construidas.

Por esto, tres ex voluntarios de distintos lugares compartieron sus historias en el Día Internacional de los Voluntarios, como piezas de un rompecabezas que aún no acaba: Latinoamérica sin pobreza.

Billy Marinero hoy trabaja en el área de Recursos Humanos de una compañía azucarera –tras llevar una campaña política como diputado- y partió junto a su equipo en El Salvador como parte de la reconstrucción de parte del país tras el terremoto que lo azotó en 2001.

“Las catástrofes despiertan este sentido de ayudar al prójimo que se esconde en la rutina. Fue como la tierra final fértil para que el motivo y la excusa unieran a una sociedad en torno a una visión solidaria”, recuerda hoy, que ya se mantiene fuera de la institución, tras haberse desempeñado como Director Social y luego Director de Voluntariado, cargo que dejó en 2008.

Su encuentro fue abrupto, con sus mismos compatriotas: “Ese cuestionamiento inicial fue el detonador para algo más grande después. Desde ese momento la realidad salvadoreña fue el cuestionamiento que se sumó a formas de ayuda, crecimiento voluntariados, más recursos”. Fue también el sentido de urgencia, de las vulneraciones contra las que las familias luchaban lo que de pronto traspasara el umbral de una experiencia única y se transformara en un estilo de vida, en comunión con las comunidades.

Olson Regis, haitiano, partió trabajando con TECHO cuando vio la organización trabajando en construcciones en 2010. Ahí se introdujo en el campamento Onaville, a las afueras de Puerto Príncipe, donde llegaron miles de desplazados internos del sismo.

El trabajo con las comunidades no ha sido fácil, en un país, como él señala, en el que los jóvenes y la población en general no piensan en sus comunidades. “Nuestro desafío en Haití es que, en un país que tiene demasiado clientelismo, asistencialismo, los jóvenes no tienen un modelo el día de hoy y se apegan al individualismo acojan la invitación a participar en diferentes espacios donde puedan hacer un cambio real. Se necesita formación, capacitación y acompañamiento, para que encuentren apoyo en la sociedad civil para lograr el objetivo”.

En Onaville, los voluntarios del mismo asentamiento han llevado a cabo planes de construcción, de habilitación social y hoy están encaminados en un proyecto que dotaría de agua a la zona, a través de un pozo que gestionaron en conjunto con Unasur y el BID. “Para nosotros, un voluntario es quien toma conciencia de su país y que entiende que es su acción es importante para cambiar las cosas y en base a eso se compromete”.

Giorgio Jackson se integró a TECHO- Chile cuando aún se encontraba en el colegio. Luego, cuando entró a estudiar Ingeniería Civil en Nuevas Tecnologías, continuó su trabajo con los asentamientos en Santiago. En esa labor encontró en los líderes comunitarios y los dirigentes el rol esencial para movilizar a las comunidades.

“Son ellos los que dan el paso y los voluntariados solamente contribuyen con ese desafío tanto individual como colectivo, porque ellos son los grandes forjadores de todo el trabajo que hacen los voluntariados. Son los líderes comunitarios e incluso los jefes de hogar los que intentan salir adelante y al final, la mayor parte del trabajo la tienen que hacer ellos”, comenta.

En el proceso de construcción de comunidades, y con ello de instancias democráticas, Giorgio argumenta que a veces el voluntariado no se puede extender y requiere de un sentido de urgencia para actuar con eficacia.

“Si bien no todas las cosas pueden resolverse con voluntariados hay que pasar muchas veces a las instituciones más formales, el voluntariado sirve para iniciar ciertas acciones de denuncia donde no existen soluciones o también para organizar voluntades y eso siempre en la organización es construcción de ciudadanía. El solo hecho de organizarse ya es formar parte de una comunidad y eso es construcción de ciudadanía”.

http://youtu.be/dYYx9qjtPzE